El trabajo de cuidado en tiempos de Coronavirus
Escrito por Movimiento Feminista de Nicaragua   
Miércoles, 15 de Abril de 2020 16:34

En tiempos del Corona virus (covid-19) hemos observado que en algunos países (principalmente los países europeos más ricos) ha surgido en mayor o menor medida un “estado materno” a como lo refiere Rita Segato y esto quiere decir que el estado está al cuidado de la gente; en Nicaragua no existe y lo que hay es un estado patriarcal de cero cuidados por la vida.

Para lidiar con el covid-19 no solo es necesario que el estado ejerza su rol principalmente a través de un sistema de salud (sin olvidar que este es jerárquico y dominante de los cuerpos) sino que también es fundamental la corresponsabilidad individual, familiar o de los espacios más privados para prevenir, controlar y superar esta pandemia. Es en estos espacios privados y familiares donde se ejercen las labores de cuidado, la industria principal de la economía de cuidados que es la casa, el lugar que ha sido históricamente dado por este sistema patriarcal como responsabilidad de las mujeres y siendo el espacio de la “politicidad femenina, que es de otro tipo” dice Segato.

Es una politicidad de otro tipo porque tiende a ser más solidaria, igualitaria y pone a la vida en el centro, siendo las mujeres de distintas edades las actoras proveedoras y que movilizan este sistema de cuidados. La sociedad y economía nicaragüense es sostenida y mantenida gracias al trabajo de cuidados no reconocido ni remunerado realizado por las mujeres, decimos esto porque: 9 de cada 10 mujeres nicaragüenses entre los 15 y 64 años realizan al menos una actividad de cuidado no remunerada al día, las mujeres trabajan 5.7 horas diarias haciendo cuidado no remunerado y los hombres 1.5 horas, y que solo 8 de cada 100 hombres cuidan a otras personas.

En síntesis, las mujeres hacen 4 veces más cuido de las tareas del hogar y personas que los hombres. Sobre esta base de injusta distribución en la carga de cuidados el covid-19 nos viene a demostrar “la igualdad en la fragilidad humana” a como lo menciona Judit Butler, agregando a su argumento que “diversos factores de la realidad nos dan testimonio de como la desigualdad radical (incluida la violencia de género y el racismo) y el capitalismo encuentran formas de reproducirse y fortalecerse en plena pandemia, y esto no debería de sorprendernos”.

Las feministas sabemos que los niveles de violencia están aumentando y la desigualdad en el tema de cuidados se va a profundizar, convirtiéndose esto un escenario absorbente para las mujeres porque este contexto no viene acompañado de una distribución de las labores de cuidado entre lxs miembrxs de las familias y principalmente entre las mujeres y los hombres (quizás solamente las que tienen un nivel ingreso que les permita pagar a otras por los cuidados se verán menos afectadas).

Será un escenario absorbente porque ya se cuida a lxs abuelxs, a la infancia, al esposo-novio-amante, a personas con capacidades especiales, a la familia ampliada, a las plantas, animales, toda la casa etc., entonces en tiempos del covid-19 esta sobrecarga del trabajo de cuidados aumenta aún más ya que se suman todas las labores y medidas preventivas de la pandemia, el atender las demandas de cuidado especial que requieran las personas que se enfermen del virus, la mayor vulnerabilidad que implica cuidar a personas infectadas y llevar no solo la carga económica sino también la emocional y de practicidad de resolver en el día a día las demandas de las familias.

En los siguientes ejemplos se puede ver la combinación del machismo más covid-19:

1- El covid-19 ataca más y puede ser letal si el sistema inmunológico es débil, el consumo de alcohol, drogas y tabaco vulnera más la salud con problemas “colaterales” y los hombres presentan altos niveles de consumo de estos. Si los hombres están enfermos no solo no cuidarán, sino que serán carga de cuidado de las mujeres que estén a su alrededor.

2- La incapacidad construida por este sistema hacia algunos cuerpos, generalmente hacia los hombres, de no cuidar de su higiene personal, de tener la ropa limpia y lavarse las manos constantemente para demostrar “fuerza” o seguir mandatos de lo que es “trabajo duro” o “trabajo físico de verdad” hacen que sean potenciales contagiados receptores de cuidados y las mujeres proveedoras de estos, es decir las mujeres cuidando cuerpos que no se cuidan.

3- Los hombres no sólo son menos propensos a cuidarse a sí mismos, sino también a involucrarse menos en el cuidado de lxs demás, lo que les hace no ser parte de la solución de problemas y el resolver recae sobre las mujeres.

4- La cuarentena implica más tiempo en la casa y espacios privados, las mujeres por los mandatos de género ya pasan bastante tiempo en estos espacios a diferencia de los hombres. Este cambio hace que las mujeres estén en confinamiento con hombres, infancia y familia extendida que al verse obligadxs a volver a un espacio que no es el suyo de forma más permanente puedan tener alteraciones emocionales y mentales que en otros contextos no hubieran ocurrido (como depresión, tristeza o aislamiento) y aquí nuevamente por los roles asignados se dice que son las mujeres las que resuelven conflictos en la familia y hacen contención emocional. Aparte de las complejidades emocionales y mentales propias que van a sufrir las mujeres en estos espacios, tienen que lidiar y resolver lxs de otrxs y no recibir cuidados hacia ella.

Las feministas tenemos años de decir que el machismo mata, y ahora el machismo más el covid-19 no solo matará, sino que puede ser un camino de tortura desgastante para las mujeres que hacen todos estos cuidados gratuitos 24 horas al día 7 días a la semana porque los cuidados no están en cuarentena. Naomi Klein dice que esta pandemia “ha debilitado nuestro sistema inmunológico colectivo” y en Nicaragua ya venimos sufriendo de pandemias colectivas crónicas en los últimos 2 años y el tejido de cuidados que hacen las mujeres está siendo cada vez más explotado.

Autora: Valeria Gutiérrez, activista del Movimiento Feminista de Nicaragua.

 

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